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ARANJUEZ
Lugar
de descanso para los reyes durante el siglo XVIII, Aranjuez, situada en la
Ribera del río Tajo al sur de Madrid, presenta numerosos puntos de interés
turístico para el viajero.
Tradicionalmente,
Aranjuez ha sido siempre conocida por su agricultura, especialmente por el
cultivo de la fresa, especialidad de la localidad, siendo uno de sus atractivos
turísticos derivados de esta agricultura el conocido "Tren de la fresa",
un tren de a imagen de los que hacían el mismo trayecto en 1851, comunicando el
centro de Madrid con el Real Sitio.
Una
vez en Aranjuez, el visitante disfrutará de sus numerosos y bellos jardines, y
podrá admirar sus fuentes y monumentos, destacando sobre los otros el Palacio
Real.
Vista aérea del
Palacio Real de Aranjuez
El
Tren de la Fresa
Entre
las diferentes opciones que tenemos para desplazarnos a Aranjuez, la más
romántica y original sin duda es desplazarnos a la estación de Atocha, y allí,
al lado de los modernos "AVE", subirnos en un tren de los años 20 y
viajar al pasado degustando las típicas fresas y fresones de la localidad
de Aranjuez que
nos ofrecerán las azafatas ataviadas con trajes de época.
El
Tren de la Fresa tiene ya más de 20 años de historia, y realiza el mismo
trayecto que en 1851 cubría la que fue segunda línea ferroviaria de la
península y primera en la historia de Madrid, y que, inaugurada por la propia
Isabel II, servía para llevar a la capital los riquísimos productos de la
huerta de Aranjuez. Según cuenta la leyenda las vías acababan a escasos de
metros de palacio, y en los últimos tramos las vías estaban construidas con
plata.
Antes
de dirigirse a la estación de Atocha, conviene llamar a RENFE para
informarse de los horarios, ya que normalmente el tren solo funciona los fines
de semana y en horarios muy concretos.
También
conviene saber que con el pago de la entrada tenemos además incluido el
traslado en autocar de la estación al centro histórico, y entrada y visita
guiada por distintos monumentos.
El
Palacio Real de Aranjuez
El
Palacio Real de Aranjuez se encuentra situado entre los ríos Jarama y
Tajo, y
fue ya utilizado como residencia real en tiempo de los Reyes Católicos, aunque
por aquel entonces lo que había era un pequeño palacete muy lejos del que
actualmente está en pie, que tiene sus orígenes en tiempos de Felipe II, quien
encargó a Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, los mismos arquitectos a
quienes encargó la construcción de El Escorial la construcción del palacio,
que no acabaría hasta tiempos de Fernando VI y que sufriría incorporaciones (2
nuevas alas) en tiempos ya de Carlos III.
La
decoración del Palacio Real de Aranjuez tiene aportaciones sobretodo del siglo XVIII, y destacan
por su belleza el Gabinete de Porcelana, y el Salón de Espejos.
También
es visita obligada su magnífico jardín, el más representativo de la época de
los Austrias, rodeado por el Tajo y por un canal del mismo río conocido como
"La Ría", que lo separa del palacio, constituyendo el jardín una
verdadera isla. Cabe destacar que contiene multitud de bellísimas fuentes de
los siglos XVI y XVII, en su mayoría italianas.
El Salón de los Espejos es
una de las estancias destacadas
del Palacio Real de Aranjuez